Declaraciones de Iván Arteaga, presidente de la comisión de Agroindustria de CESUR, en el artículo "Hora de apostar por unas tierras y fábricas más competitivas" publicado por el diario Expansión


La industria y el campo andaluces hinchan pecho respecto a su potencial futuro, a pesar de que la pandemia ha engordado los lastres previos. El sector industrial de la región despidió 2020 con una caída en la producción 2,8 puntos superior a la registrada por el conjunto de España, por lo que su aportación al PIB autonómico se sitúa actualmente en un 10,2%. Y aunque la agroindustria continúa siendo el principal motor económico, la nueva PAC ya amaga con recortes en las ayudas, al tiempo que la ganadería sufre un serio déficit en su consumo e, incluso, el cierre de granjas.

La pandemia ha enseñado las vergüenzas -sin olvidar el concurso de acreedores sobre Abengoa como reflejo del mayor descalabro, el de la aeronáutica-, pero la región no cesa en su empeño de revertirlo, con la Agenda 2030 vertebrando su estabilidad. "Hay que fomentar el emprendimiento, la diferenciación, la especialización, la innovación y la internacionalización, y orientar las nuevas inversiones de futuro" de la industria andaluza, afirma Pedro Sanz, director general de Transformación digital de Ayesa. Entre otros proyectos, la multinacional sevillana trabaja en la línea de montaje del A400M, junto a Airbus, y en el desarrollo de células fotovoltaicas más eficientes, lo que demuestra que la industria del sur de España también puede ser competitiva.

Para ello, Sanz reclama "elementos facilitadores y colaboración público-privada", para que el desarrollo del sector se efectúe "con agilidad" y para que Andalucía dé un salto a la industria 4.0. Al fin y al cabo, ese 10,2% de la riqueza regional aportado por la industria contrasta con el 14,6% que representa el sector a nivel nacional o con el 16,8% a escala europea. El tejido existe, pero hace falta aprovecharlo con más eficacia.

Las bases han empezado a asentarse este mismo año, con el lanzamiento por parte de la Junta de la nueva política industrial de Andalucía 2030. Su objetivo es modernizar y aumentar la productividad del tejido industrial, así como sentar unos cimientos más tecnológicos y respetuosos con el medio ambiente. A través del plan, cuya elaboración ha contado con alrededor de 160 entidades públicas y privadas del sur de España, se reforzarán las cadenas de valor industriales de mayor proyección, sin descuidar los apoyos a las más castigadas, como son los casos del negocio aeroespacial, el cemento o la madera.

Argumenta Sanz que "las empresas necesitan optimizar sus procesos de fabricación y montaje, identificar los desperdicios, analizar métodos y tiempos, implantar metodologías más eficientes como LEAN [un innovador modelo de gestionar los procesos operativos de las empresas en función de las necesidades de los clientes] e integrar soluciones tecnológicas".

Los fondos europeos para la reconstrucción de la economía comunitaria -con la digitalización y la sostenibilidad como requisitos ineludibles- deberían jugar un papel decisivo en este viraje. Desde la Junta han identificado hasta 10 grandes proyectos tractores de los sectores industrial y minero con unas estimaciones de 5.000 millones de inversión, además de otros 1.000 millones para propuestas aeronáuticas y de industria 4.0.

También el campo andaluz espera cual maná la lluvia de millones procedente de Europa. "Puede suponer mayor tecnología e innovación para que la agroindustria sea más respetuosa con el medio ambiente e incremente su productividad", subraya Iván de Arteaga, presidente de la Comisión de Agroindustria de Cesur (Asociación de empresarios del sur de España).

En todo caso, el camino ya está trazado: "Los biocultivos o la ganadería ecológica están en la agenda de cualquier productor industrial del sur. Ha dejado de ser algo residual", comenta De Arteaga. E incide, también, en la innovación agrícola andaluza: "Desde los nuevos sistemas de invernadero hasta la mecanización de la recolección; el mapeo de parcelas por fotocromatismo de satélites... O que no haya agricultor o ganadero del pueblo más recóndito que no se ayude a través de apps. La agroindustria de nuestra región es puntera y tiene el afán de seguir desarrollándose".

Así, el hidráulico es uno de esos ámbitos en los que hace falta continuar avanzando. "La política y gestión del agua es muy necesaria para todas las explotaciones", destaca Rafael Sánchez de Puerta, director de Dcoop, el mayor productor mundial de aceite de oliva. "No podemos pretender una industria agroalimentaria sin una estabilidad en el agua", coincide De Arteaga: "Esta es una zona climática óptima para el desarrollo de la agroindustria, pero falta un uso eficiente y ampliar las zonas de regadío". Identificadas las necesidades del sector, sólo queda seguir el surco.


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